Los monstruos del ayer

En cada impasse con mi hijo tengo que lidiar con mi pasado, con lo que me decían a mí, como si fueran instrucciones.

Qué horrible ser madre habiendo sido antes una niña maltratada. Qué complicado. No he tenido todas las vivencias de amor, comprensión y afecto que me hacen falta para no ser una persona explosiva y no saben lo difícil qué es, no saben el esfuerzo que requiere no hacer lo mismo que me hicieron, xq el recuerdo es tan fuerte que es como si escuchara sus voces exigiéndome que haga lo mismo.

No es una disculpa, es un pedido de ayuda, no soy la única que se siente así, no debo ser la única. Afuera hay muchas madres y padres que agreden (gritan o golpean) a sus hijos y ni siquiera se sienten mal, porque nadie les ha dicho que esta mal; xq no soy la única que creció en medio de una guerra, xq no soy la única cuyos padres estaban ausentes, estresados o preocupados en asegurar nuestra subsistencia más básica y lograron alimentar nuestro cuerpo, aunque no nuestras almas y ahora somos padres o abuelos y no tenemos las herramientas necesarias para hacer un buen trabajo.

Para empeorar las cosas, vivimos en un sistema que alienta esa ausencia y ese maltrato, que nos dice que no hay problema en dejar a los hijos con niñeras, deben ser independientes; que está bien que duerman solos, nosotras debemos descansar; que la leche de fórmula es perfecta, no te estreses por gusto; que es admirable trabajes jornada completa mientras no ves a tus bebés crecer, cuando sea grande lo entenderá…

Y es maltrato, porque es absurdo esperar que niños que nunca fueron contenidos aprendan a contenerse. Es maltrato xq los estamos dejando solos, como lo hicieron con nosotros, en un mundo que es cada vez más horrible. Y es maltrato xq además, no dejamos de criticarlos “la generación más débil”, “no están acostumbrados a que se les niegue nada” cuando les hemos negado TODO, hasta nuestra presencia, calor y afecto en busca de una idea de progreso que no es tal.

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